Comprar en un zoco o mercadillo típico del Norte de África es vivir una experiencia inigualable, en gran parte por el juego de regateo. Aunque no soy fan de dicha práctica, para muchos es una actividad apasionante seguramente tanto por la vivencia en el momento de regateo, como por la satisfacción posterior de haber conseguido un buen precio o al menos un precio aceptable. La ventaja con la cuentan los comerciantes de este tipo de mercadillos es que tienen la oportunidad de adaptarse a las necesidades de sus compradores, hasta el punto de personalizar el precio de cada producto justo en el momento de la compra. Ese es su gran poder que los grandes retailers deberían envidiar y tomarse en serio la molestia de averiguar cómo ponerlo en práctica. De hecho ya hay intentos de adecuar por ejemplo los cupones de descuento a la cesta habitual de clientes fidelizados por parte de grandes cadenas de distribución.
Si nos fijamos en el shopper actual uno de sus rasgos principales es que está muy bien informado. Es decir que sabe o cree saber lo que valen los productos. Además un sin fin de esos shoppers han participado o conocen la gran plataforma de e-Bay en la que a diario se realizan cientos de miles de transacciones a través de un sistema de pujas. Ese sistema también se basa en lo que el comprador está dispuesto a pagar, es decir que el precio y la palabra final la tiene el comprador.
Finalmente estamos en una época de compradores caza-descuentos, en la que conseguir una ganga es hasta prestigioso. Para muchos la compra ya no es interesa si no es de productos outlet, grandes descuentos o rebajas, lo cual ha creado una guerra de precios entre los retailers. Los compradores han ganado en esa guerra y llevamos ya algún año que por A o por B, las tiendas están en permanente época de rebajas, retrasando la colección de verano hasta bien entrado el otoño e inventando excusas para liquidar stocks.
Personal Price, es una manera, como seguramente habrán otras, de crear un concepto de punto de venta respondiendo a necesidades y características del shopper actual como su voluntad de decidir sobre el precio, cazar descuentos o el gusto casi innato del regateo. En un punto de venta Personal Price, los productos no llevan puesto el precio, y no es porque es tan elevado que lo comprarán sólo aquellos a los que el precio no les importa, sino porque el precio de los productos de esta tienda los decide el cliente. Para decidir el precio de cada producto, hay que acercarlo un lector de códigos e introducir el precio que nos interesa. A partir de aquí comienza el regateo porque entonces el lector establece su precio, que sin duda parecerará desorbitado y el comprador debe rebatirlo. El juego acaba cuando el precio es aceptado por el comprador o cuando el lector se niega a hacer más rebajas de su precio original.
Lo bueno es que muchos productos llevan importantes descuentos pero es el comprador quien debe tener la destreza y la habilidad de encontrarlos. Un entorno estimulante para un comprador inteligente y caza-descuentos. Personal Price también ofrece productos que se compran a través del sistema de pujas limitadas en el tiempo a las que se accede tanto online como en la misma tienda. Una pantalla informa del precio de salida increíblemente bajo y de todas las pujas on y off line del momento.
El punto de venta Personal Price es muy dinámico y las ofertas aunque son una constante, están cambiando por momentos. No todo está rebajado todo el tiempo, pero todo tiene un importante descuento en algunos momentos y el cliente elige cuando, qué y a qué precio comprar.Tecnológicamente y también en cuanto a la gestión de pricing se trata de una tienda compleja, pero no requiere nada que ya no esté inventado.
Un poco de azar, un poco de destreza y un poco de juego. Personal Price es casi una tienda-casino.
Pingback: Bitacoras.com
Hola Sashka,
A mi personalmente no me gusta nada el regateo, y además en los países Árabes (estuve en Egipto), que más que un regateo «positivo», tratan de engañarte para hacerte pagar más con la pérdida de tiempo que ello conlleva.
Creo que es más inteligente que te pongan un precio y ya decides tú si comprarlo.